Indiscutiblemente si hay algún cineasta contemporáneo que
más ha dado que hablar en los últimos años ha sido Quentin Tarantino. Hay mucha
controversia sobre la discutida “genialidad” de este “joven” director que ha
roto esquemas en el mundo de la narrativa cinematográfica norteamericana e
incluso mundial.
Si bien es cierto que me declaro muy inexperta de las
influencias de las que bebe tal cineasta (mea culpa): el spaghetti western, el
cine asiático (Kurosawa, Yimou, Ki-Duk, Wong Kar-Wai) , el film noir francés
(Godard, Melville); así como la cultura pop, el cómic o la serie B (entre los
más destacados), no se puede negar que pese a que ciertos esquemas o fórmulas
ya se dieran en el pasado, Tarantino ha sabido aprovecharlas actualizándolas y
dándoles su toque personal hasta el punto de poder etiquetar fácilmente sus
obras con el simple visionado de una escena de sus pelis. ¿A caso no está todo
ya escrito?
Si ya estaba inventado, ¿por qué nadie más lo ha logrado? Si
que es cierto que la imitación de muchas estéticas o narraciones han ayudado a
este cineasta, pero le otorgo un gran mérito por el excelente trabajo que ha
hecho subjetivándolas creando su propio estilo de cine y originando una pequeña
revolución en la manera de contar historias. Y porque ha sido él y no otro
quien ha tenido el valor y el acierto de conseguirlo, pues se han sucedido
diversos intentos por acercarse a esta “estética tarantiana” en los últimos
años, y en general los resultados han sido bastante fallidos.
Premio también la elección de sus actores que muchas veces
se repiten, como es el caso destacable de Samuel L. Jackson, al que le siguen Tim
Roth o Harvey Keitel, y que ayudan con su brillantez interpretativa
a que estas obras aumenten su valor artístico, incrementando también el ya
destacado nivel de profundidad y complejidad que tienen los personajes
construidos por Tarantino, con ese toque tan humano que hace que empatices
fácilmente con ellos. Y como no, porque dota a sus personajes femeninos de
fortaleza y protagonismo, siendo en muchas ocasiones las que llevan el peso
dramático.
Ya sea desde la dirección con la creación de esa estética de
la violencia tan personal (Reservoir
Dogs, Kill Bill, Malditos Bastardos) , y la formulación no lineal de sus
historias (Pulp Fiction); o desde el
guión destacando esos diálogos excéntricos que incluso en ocasiones rozan el absurdo
(Jackie Brown); para mí tiene escenas brillantes, como la
conversación sobre el origen de los sicilianos según el padre de Clarence,
Clifford (Dennis Hopper) junto a Christopher Walken en Amor a quemarropa de Tony Scott, y guión del propio Tarantino.
Mi post va sobre él, ya que puede gustarte o no, pero es
indiscutible que ha ayudado a una revolución del panorama cinematográfico con
su mezcla de influencias en cuanto a géneros, estéticas y estilos, teniendo
como resultado un cóctel de lo más exquisito.
¿Sobrevalorado? No lo sé. Pero personalmente
agradezco enormemente que haya conseguido con cada una de sus películas, cautivarme
en mayor o menor medida con su personal estilo para contar historias,
disfrutando de una manera distinta el placentero momento de la proyección
fílmica.
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